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miércoles, 23 de marzo de 2016

Insufrible

El cursor parpadea, insistente,
como si esperase algo de mí.
Como si pudiera quebrarme la caja torácica
y verter todas las letras que brotan, desordenadas.
Así de fácil.
La poesía es como un fuego,
y yo soy más de agua.
Siento que cada vez que escribo
peleo con mi alma, con uñas y dientes
y no sé si me ordeno o me desordeno
si me descoso y me hilvano
si me destruyo o me recompongo
si sangro o me curo.

Pero de un modo u otro, el papel tiene hambre de palabras
y es insaciable
Me abate y se come mis entrañas
Así como suena,
la poesía parece repulsiva
afilada
disonante.
Y me destroza.

No sabes lo condenadamente difícil
que se me está haciendo este poema
No sabes la de días que acarrea a su espalda
La de sílabas que se atragantan
Y el goteo de palabras agónicas que se suceden,
como las gotas de un grifo que está roto.
Y te molesta cuando intentas dormir.
Es insufrible.
Es necesario.

Creo que las letras van a acabar conmigo.